La correlación entre la gestión del tiempo y el estrés laboral y empresarial

Comenzaremos con dos premisas fundamentales que todo ejecutivo, empresario y profesional debe considerar: el tiempo es un recurso no renovable y las responsabilidades inherentes a nuestra posición en la empresa son ineludibles.

Independientemente de si planeamos u optimizamos conscientemente nuestro tiempo, los minutos y las horas pasan inexorablemente, y los días y las semanas nos sorprenden. La decisión de aprovecharlos verdaderamente en beneficio de nuestro bienestar físico, mental y espiritual es nuestra. Al elegir participar en actividades que nos revitalizan, enriquecen y fortalecen, además de hacernos sentir productivos y promover nuestro desarrollo personal, cultivamos una vida más plena y satisfactoria. Al alcanzar nuestro máximo potencial, contribuimos significativamente al bienestar propio y de quienes nos rodean.

Según los expertos, un hábito se forma tras realizar una acción de forma repetida durante aproximadamente 21 días, convirtiéndose en parte integral de nuestra vida diaria. ¿Qué hábitos hemos desarrollado para fomentar el bienestar y el crecimiento en diversas áreas de nuestra vida, como la salud, el ejercicio físico y mental, la preparación personal, el tiempo con familia y amigos, el ocio, o el desempeño académico o laboral? ¿Tenemos objetivos claros en cada una de estas áreas? ¿Estamos creando hábitos que nos aseguren alcanzar esos objetivos y convertirnos en la persona que deseamos ser? ¿Poseemos la disciplina necesaria para mantener estos hábitos a diario y formar así la base de un mejor yo?

Los expertos también afirman que las cosas ocurren dos veces: primero en nuestra mente y luego en la realidad. Es decir, si no pretendemos, deseamos o planificamos algo específico, es poco probable que ocurra de forma casual.

Centrándonos en el ámbito empresarial y laboral, es crucial tener en claro las actividades debemos realizar para desempeñar eficientemente nuestro trabajo y alcanzar los objetivos de nuestro cargo. De igual manera, es esencial identificar qué acciones son indispensables para que nuestro trabajo contribuya y genere resultados por encima de lo esperado, tanto en nuestra área como en la empresa en su conjunto. Es con esta claridad de ideas que el factor tiempo se convierte en fundamental para saber cómo optimizarlo y generar los resultados deseados.

A continuación, compartimos algunas recomendaciones que podrán ayudar en mejorar el aprovechamiento de tu tiempo eventualmente convirtiéndose en hábitos positivos:

Clasifica tus actividades en A, B y C. Las actividades de tipo A son aquellas que requieren mayor concentración y esfuerzo, y son esenciales para tu rol y las expectativas puestas en ti. Las de tipo B son importantes pero cotidianas, con un nivel medio de importancia y te resultan más fáciles de realizar, proporcionándote resultados moderados. Las de tipo C son distracciones, actividades no relevantes que te gustan realizar porque requieren un esfuerzo mínimo, como contestar llamadas telefónicas o correos electrónicos, revisar mensajes en aplicaciones de mensajería, o interrumpir tu trabajo para conversar con compañeros. Es importante reconocer y limitar estas distracciones.

Dedica la mayor parte de tu tiempo de concentración a las actividades de tipo A. Estas no solo te permitirán cumplir con tus responsabilidades diarias y alcanzar los objetivos de tu cargo, sino que también te darán la oportunidad de generar ideas y contribuciones que enriquecerán tu labor diaria.

Evita postergar tareas. La procrastinación genera estrés, desorganización y conflictos. La diligencia y la respuesta inmediata a las acciones solicitadas y esperadas son cualidades valoradas por todos.

Organiza tus tareas y tu espacio de trabajo. Establece qué realizarás durante el día y la semana, asigna momentos de concentración para tus actividades de tipo A y reserva tiempo para atender las actividades de tipo B y C.

Realiza tus tareas correctamente desde la primera vez. Fomenta el hábito de la excelencia en todo lo que hagas. Revisa el material, profundiza en el tema, busca consejo, investiga. Es preferible invertir un tiempo adicional para asegurarte de producir un trabajo de calidad que destaque. Si necesitas más tiempo del previsto, comunícalo y así se anticipe el conocimiento sobre progreso del proyecto.

Participa en reuniones productivas. Contribuye con aportaciones claras y fomenta reuniones con objetivos y tiempos definidos. Propón acciones concretas a seguir y establece plazos para su cumplimiento. Sé proactivo en tu contribución a la productividad del equipo.

Estas recomendaciones, aplicadas de manera consistente, seguramente incrementarán tu nivel de productividad y reducirán notablemente tu estrés. Te animamos a implementarlas y compartir tus experiencias con nosotros.

¡Que tengas un excelente y productivo mes!

Por Mttro. Carlos Kim

Socio Director de Kim Gomez Franco ®